Poneos en situación: una tumbona en la terraza, el solecito en la cara y una siesta sin mirar el reloj. Desperezarse y darse un baño en la estupenda piscina o dejar pasar las horas en el jardín de charleta. Sus patios y fuentes invitan a no pensar y dejarse llevar por el fluir del agua y del entorno. Y si preferís la intimidad, las habitaciones os van a encantar, amplias y muy confortables y con vistas a ese estupendo exterior. Ya os lo decimos siempre, la paz existe si sabéis buscar. La habéis encontrado en la Casa Rural El Águila.